Las nuevas
tecnologías de las comunicaciones y la información llegaron para quedarse. Nos
cambiaron la realidad y la forma de conocerla y compartirla. Nuestros trabajos
se han modificado. Nuestras vidas están cambiando. A partir de aquí, los
mediadores de información tenemos que decidir dónde alinearnos; o continuamos
sirviendo a un pasado o nos preparamos para administrar los saberes presentes y
los que vendrán.
Ya nadie lee en
papiro ni escribe en pergamino. Sin embargo, nos aferramos al formato libro
como si siempre hubiese sido la única forma de leer. Asociamos, confundimos,
libro con información. Comparamos, enfrentamos, pantalla con papel. En un
lastimero intento final de aferrarnos al hoy que ya es ayer, olvidamos lo
obvio, el hoy que es futuro.
Si, es cierto,
han migrado las formas de leer. Pero más allá de soportes y formatos, subyacen
vivas algunas características netamente humanas, como son la creación y
transmisión de saberes y mensajes.
Gesto, música y
palabras. Variaron las formas, que no las esencias. Ambas maneras de leer, la
tradicional y la digital, requieren del lector las mismas competencias mentales
básicas como por ejemplo ubicar las ideas principales, resumir, hacer
inferencias y evaluar.
Sin embargo,
para poder comprender y disfrutar lo digital, se necesitan cambios y procesos
nuevos, otras formas de pensar y de ubicarse ante el texto y la información, un
migrar de lo lineal a lo radial, de lo individual a lo global. Y por supuesto,
un cúmulo de aprendizajes y habilidades técnicas y operativas en constante
desarrollo.
Pero, en
compensación, Internet y toda esta nueva cultura digital, ofrece nuevas y
diferentes oportunidades para interactuar con nuevos formatos y medios, sin
límites geográficos ni horarios; amplía e influye en los contextos
socioculturales, brinda infinitas oportunidades de colaborar y compartir
información entre continentes, culturas, e idiomas.
La destreza en
las nuevas competencias de Internet se convertirá en algo esencial para el
futuro alfabetismo de nuestros usuarios. Y nosotros como mediadores entre la
palabra, la información y los usuarios, niños, jóvenes o adultos, debemos
prepararnos responsablemente para usufructuar y disfrutar estos cambios y
posibilidades. Especialmente, disfrutar. Porque lo que no se comprende, no se
ama, no se goza, no se transmite. Pero para que la biblioteca escolar, se
incluya, integre y prepare para la
Sociedad de la
Información y del Conocimiento, debe enseñar al usuario a ser
autónomo en sus búsquedas, y en su aprendizaje, en definitiva enseñarle a
"aprender a aprender" (seleccionar y jerarquizar contenidos, buscar,
adquirir y utilizar los datos). Es decir que para que el usuario logre
transferir su aprendizaje a cualquier situación, es importante que el
bibliotecario sea no sólo mediador sino que se convierta en formador de
usuarios de información (ALFIN, 2006).
En este contexto
surge la
Alfabetización Informacional (AI), que la entendemos como la
adquisición de habilidades y destrezas para reconocer cuando la información es
necesaria, como localizarla, evaluarla, usarla y comunicarla de forma efectiva
en el momento que se requiere (IFLA. UNESCO, 2005).
Esta definición
implica el desarrollo de habilidades de pensamiento, de uso de tecnologías de
información y de uso de fuentes de información general.
El alfabetizado
informacionalmente es quien posee dichas destrezas y ha aprendido a aprender,
posee la competencia, es decir, posee el saber hacer reflexivo y transferible.
Una persona con
aptitudes para el acceso y uso de la información es capaz de:
Reconocer una necesidad de información.
Determinar el alcance de la información
requerida.
Acceder a ella con eficiencia.
Evaluar la información y sus fuentes.
Incorporar la información seleccionada a su
propia base de conocimientos.
Utilizar la información de manera eficaz para
acometer tareas específicas.
Comprender la problemática económica, legal y
social que rodea al uso de la información.
Acceder a ella y utilizarla de forma ética y
legal.
Clasificar, almacenar, manipular y reelaborar la
información reunida o generada.
Generar, registrar y compartir nueva información
Reconocer la alfabetización en información como
requisito previo para el aprendizaje a lo largo de la vida.
Las bibliotecas
escolares se convierten entonces en una herramienta imprescindible para lograr
estos objetivos de excelencia. Nuestros productos y servicios tienen que
facilitar el libre acceso a las fuentes de información, estimular el
aprendizaje activo de todas las áreas y propiciar la igualdad de oportunidades
de todos los estudiantes con independencia de su condición social y cultural.
Éstos son ahora
nuestros retos. Retos a la creatividad, retos a la comprensión educativa y a la
conciencia comunitaria. Retos a la aceptación tecnológica y al cambio… Pero,
más que todo ello, retos a nuestra habilidad para proveer servicios a usuarios,
estudiantes y maestros con tantas clases de medios como podamos traer a
nuestros programas. Nuestra biblioteca debe ser un espacio de crecimiento
continuo, de innovación, de interacción e integración. Debe navegar entre la
duda y el conocimiento, entre la búsqueda y el hallazgo, entre el trabajo y la
recreación.
Debemos alentar
sujetos autónomos, participativos, críticos, capaces de obtener información,
seleccionarla, aplicarla y compartirla.
Sólo así,
aceptando el cambio y respondiendo a sus retos seremos lo que debemos ser:
promotores de aprendizaje y de integración en igualdad de oportunidades,
democracia y libertad.
Hoy más que nunca
resulta esencial que las bibliotecas escolares se constituyan en ámbitos
estratégicos de alfabetización informacional y los bibliotecarios, en sus
mediadores imprescindibles. Los tiempos no esperan, sus exigencias tampoco. Por
eso, las actividades tendientes a formar y desarrollar habilidades y
competencias informacionales y digitales, deberán estar cuidadosamente
planificadas. Sus objetivos deberán ser audaces, firmes, claros y fácilmente
evaluables y sus estrategias inteligentes, innovadoras y prácticas, sobre todo.
La tecnología nos es necesaria, más el ingenio, imprescindible.
Bibliografía consultada:
ALFIN. Bibliotecas por el aprendizaje permanente.
Declaración de Toledo sobre la
alfabetización informacional. Toledo: mcu, 2006 [Documento en línea]. Disponible http://travesia.mcu.es/S_ALFIN/ficheros/
Declaracion Toledo. pdf [consultado el 26/05/2012].
BARRERA Linares, Luis. En-red-arse en la ciberlectura. [en línea]. EN: Tiempo universitario. 4ª. etapa. Año 7. Nº 262. Valencia: Tiempo Universitario, 2000. Disponible en: http://www.tiempo.uc.edu.ve/tu262/sumari o/enredarse/enredarse.html
[consultado el 26/05/2012].
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